Las patas altas en el sofá, ¡está de moda!

 en la sección Sofás y sillones

Por fin esta semana conseguí quedar con mis amigas para tomar algo después del confinamiento. Hacía meses que no nos veíamos y, la verdad, es que a medida que vamos creciendo esto va siendo cada vez más difícil: que si la casa, los niños, la familia, el trabajo… no hay manera de cuadrarnos. ¡Con lo sencillo que era antes cuando estudiábamos! Porque cada viernes nos veíamos sí o sí.

La quedada fue en casa de una de mis amigas. Estaba entusiasmada por enseñarnos el nuevo sofá que se había comprado, era un sofá con patas altas y quedaba genial en su salón.  Nada más llegar a su casa pude entender ese entusiasmo. Ahí estaba. ¡Era lo que más llamaba la atención de todo el salón, junto a la mesa y las sillas! Tenía un color muy fino, un tono plata que, con la tela aterciopelada, lo hacía brillar. Un sofá con patas altas aporta un toque muy elegante y sofisticado (algo que encaja perfectamente con el estilo de mi amiga), y cuando me senté… ¡Madre mía! Qué agusto se estaba en él. El sofá es como si te atrapase y el tacto de la tela lo hacía mucho más agradable.

Echamos un buen ratito de risas recordando viejos tiempos y comentando lo difícil que había sido cuadrarlo todo para poder quedar las tres. Y, como de la nada, empezamos a conversar para ver cómo podíamos sacar más tiempo. Nos hacen falta más horas en el día. ¿Qué tal un día de 26h? La mayoría estábamos de acuerdo que lo que más nos absorbía era el trabajo y tener la casa de punta en blanco porque, aunque las tareas en casa vayan repartidas a partes iguales en la pareja, en la mayoría de los casos somos los dos los que trabajamos y nos sigue faltando tiempo.

Acerca de este tema, mi amiga nos comentó que esto ya no era un gran problema para ella desde que se compró el sofá, ya que le regalaron un robot aspirador; el modelo “Conga 950” de la marca española Cecotec. Nos dijo que ese pequeño electrodoméstico lo hacía todo: barrer, aspirar, pasar la mopa e incluso fregar… Es más, ella lo programa y lo deja en funcionamiento mientras está en el trabajo, y cuando vuelve a casa todo está limpio.

Entre las charlas y las risas se nos hizo bastante tarde, y, a decir verdad, estaba muy cansada como para conducir una hora de vuelta a casa. Así que mi amiga me ofreció pasar la noche en su nuevo sofá, y la verdad es que acepté encantada. En un segundo lo preparó todo: deslizó los asientos del sofá, abrió el arcón del chaiselongue, sacó las sabanas y un cojín, y… ¡Listo! ¡La cama ya estaba preparada!


A la mañana siguiente de vuelta a casa, me quedé pensando en la buena compra que había hecho mi amiga. Era un chaiselongue bastante grande, bonito y práctico. La idea de poder deslizar los asientos y dormir en él me llamaba mucho la atención, porque en casa no tengo espacio para un dormitorio de invitados; Siempre me he planteado comprar un sofá cama pero no esta opción. Y la verdad es que tener un sofá chaiselongue así es muy cómodo. Dormí muy bien en él anoche. El extra del arcón es otro punto a su favor, ya que, al igual que mi amiga, podría guardar las sábanas y mantas en su interior. El detalle de la pata alta me gusta mucho y, además, si te regalan el robot aspirador, ¡es todo un acierto!

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